Manuel Pastor, exalumno del Máster en Estrategias y Tecnologías para el Desarrollo, se encuentra en los campos de refugiados del norte de Etiopía, coordinando los trabajos de la Alianza Shire en la que participa el itdUPM
En la carretera que une Shire, pueblo que da nombre a los campos de refugiados con Mai Tsabri, una de las pocas vías asfaltadas de la región, no es extraño ver a mujeres y niños subiendo cuestas interminables con cantidades de leña a sus espaldas dignas de auténticos portentos físicos.
Unas cuatro horas de electricidad al día no resultan ni de lejos suficientes para abastecer de energía los pocos servicios comunales que se encuentran conectados a la red eléctrica.
Los constantes cortes del suministro convierten a los generadores diésel en la auténtica fuente de energía eléctrica dentro del campo.
Conviviendo con la red, como si de un universo paralelo se tratara, se puede observar una maraña de cables que conectan generadores particulares con los pequeños negocios que regentan algunos refugiados.
Basta con visitar la escuela primaria –donde estudian unos 2.000 niños y niñas- para entender hasta qué punto es necesaria una intervención que conecte al centro a la red.
Apenas un par de bombillas alumbran el centro educativo, por no mencionar la cantidad de leña necesaria para preparar la comida de los 2.000 alumnos, dejando vía libre para las emisiones de gases de efecto invernadero y la deforestación de la zona.
Al caer la noche, antes de las seis de la tarde, los trabajadores humanitarios deben abandonar el campo: no es seguro.
Unas pocas lámparas solares, de las que se encienden una ínfima parte, a duras penas dejan ver con nitidez unos metros de la calle principal.
En el resto del campo reina la oscuridad, haciendo imposible desarrollar otras actividades durante casi la mitad de la jornada, y convirtiendo el simple hecho de ir a una letrina en algo temerario.
En las inmediaciones del campo de Adi-Harush, donde se da refugio a unos 8.000 eritreos, no queda lugar a la duda: la electricidad es un lujo.