Una pieza clave del despliegue de la minirred que ya está abasteciendo a los servicios comunitarios del campo de refugiados de Kobe y su comunidad de acogida es la empresa de consultoría e ingeniería Trama TecnoAmbiental (TTA).
Se trata de una empresa global pionera en el sector de las microrredes basadas en las energías renovables 100% o híbridas, y que, en el caso de la Alianza Shire, ha trabajado codo a codo con Iberdrola, AECID y el itdUPM ocupándose del diseño y la ingeniería de la minirred, así como de los procesos de compra de materiales y la puesta en marcha.
Para entender mejor su rol en el proyecto desarrollado por la Alianza Shire, hemos entrevistado a Sergi Pedra, ingeniero industrial, project manager de TTA y uno de los principales responsables de que hoy la minirred sea una realidad.
Sergi, muchas gracias por atendernos. Para empezar, ¿nos puedes contar un poco más en detalle de qué se ha ocupado exactamente TTA en el proyecto de la Alianza Shire en Dollo Ado?
TTA tiene una larga trayectoria ofreciendo soluciones con diferentes tipos de tecnologías, siempre basadas en energías renovables y para clientes muy diversos. En el caso de la Alianza Shire, TTA ha sido contratista EPCC (Engineering, Procurement, Construction, and Commissioning), es decir, hemos sido los responsables de hacer la ingeniería, la compra de todos los equipos y el material, la construcción de la instalación y la puesta en servicio de la minirred destinada a abastecer de electricidad todos los servicios comunitarios del campo de refugiados de Kobe. Cuando hablamos de servicios comunitarios, nos referimos a hospitales, escuelas, centros recreativos, oficinas de la administración local y oficinas de organizaciones internacionales que están presentes y activas en el campo.
¿Qué solución técnica se ha diseñado e implementado en este proyecto y qué características tiene?
Una minirred es un sistema aislado de generación y distribución de energía, independiente de la red eléctrica, y basado en energía renovable. En el caso de la minirred de Kobe, uno de los requerimientos más importantes era que debía proveer electricidad a todos los servicios comunitarios que he citado anteriormente de manera ininterrumpida, es decir, durante todas las 24 horas del día y durante los 365 días del año, ya que había centros sanitarios entre ellos. Una vez que recibimos los perfiles de carga -es decir, cuando supimos cuánta energía consume cada uno de ellos y cuándo- dimensionamos todo el sistema, o sea que diseñamos tanto la parte de generación de energía como la parte de distribución, y también incluimos una parte de almacenamiento con baterías, para servir a los centros hospitalarios que también dan servicio de noche.
Una de las particularidades de esta minirred es que todos los centros comunitarios tienen contadores inteligentes que permiten gestionar la energía de forma muy simple y automática. Otra particularidad es que el sistema detecta automáticamente si hay conexiones ilegales.
¿Tenías experiencia previa en un contexto tan especial como un campo de refugiados? ¿Cómo describiríais la experiencia de trabajar con y para población refugiada?
Personalmente tuve una primera etapa laboral muy intensa en Oriente Medio y Asia, por ejemplo, en Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Jordania, Bangladesh, Pakistán. Y en cuanto a África, en estos últimos años he trabajado en Malawi, Tanzania, Mauritania, Egipto y ahora en Etiopía. En proyectos como el de Malawi, se trataba de instalación pequeña, con un tiempo de implementación breve, y por tanto el contacto con los beneficiarios también era limitado. En cambio, con el proyecto de Alianza Shire he estado incluso viviendo durante dos meses en el campo, y al final la interacción con la comunidad local es mucho más profunda e intensa.
La experiencia de trabajar en un campo de personas refugiadas ha sido única, de manera que uno se hace consciente de dónde se está realizando el proyecto, del para quién está trabajando. Por ejemplo, en el campo hay centros para tratar los traumas post llegadas de las personas que normalmente vienen de situaciones muy duras de conflictos, persecuciones violentas… De alguna forma esto se añade como un extra de motivación al trabajo que realizamos.
Me gustaría destacar que hemos trabajado “para” la población refugiada, por supuesto, pero sobre todo “con” ellos. Aquí el “con” ha sido muy importante.
La Alianza Shire surge hace diez años con la hipótesis de que, ante problemas complejos como el acceso a energía en ayuda humanitaria, unir la experiencia de organizaciones distintas y complementarias permite lograr resultados mejores que operando por separado.
Pero trabajar en alianza también conlleva retos, tener múltiples interlocutores, etc. ¿Cómo ha sido para vosotros colaborar con la Alianza Shire?
Mi valoración global es muy positiva. Ha sido enriquecedor trabajar con el grupo de personas expertas que se ha creado para esto y que incluía perfiles de diferentes organizaciones. A medida que avanzaba el proyecto y nos íbamos encontrando con dificultades o retos, nos reunimos casi cada semana para ir debatiendo cómo solucionarlos. Y hemos conocido a muy buenos profesionales que nos han ayudado a perfeccionar las soluciones que íbamos ofreciendo, con una perspectiva muy práctica y un gran conocimiento.
Algo que hemos valorado mucho es que las soluciones propuestas siempre han venido apoyadas por estrictos estándares de calidad y seguridad, y el proceso ha sido muy riguroso. A veces hay organizaciones con muy buen propósito, pero que descuidan la calidad cuando trabajan en países en desarrollo. En este caso ha sido al revés: nos hemos ceñido muy estrictamente a los estándares que Iberdrola maneja en Europa, y es algo que valoramos muy positivamente. Además, el aprendizaje ha sido mutuo: por ejemplo, por nuestra parte hemos aportado algo nuevo con los contadores inteligentes.
También ha habido una colaboración muy estrecha con AECID, que nos ha ayudado mucho en todos los temas operativos, y con el itdUPM hemos preparado un manual de operación y mantenimiento destinado a los agentes locales muy detallado y práctico. Yo diría que nos hemos nutrido todos en ambas direcciones.
A veces hay organizaciones con muy buen propósito, pero que descuidan la calidad cuando trabajan en países en desarrollo. En este caso ha sido al revés: nos hemos ceñido muy estrictamente a los estándares que Iberdrola maneja en Europa, y es algo que valoramos muy positivamente.
¿Y qué nos dices de los retos?
Ha sido un desafío estar a la altura de exigencias de todo el mundo en un contexto donde había muchos factores que no podíamos controlar, y con tiempos muy cortos. En general, el gran reto de trabajar en alianza es cómo canalizar todo el valor de cada persona y de cada organización para el objetivo común sin perder fuerza en el camino.
En general, el gran reto de trabajar en alianza es cómo canalizar todo el valor de cada persona y de cada organización para el objetivo común sin perder fuerza en el camino.
En 2019, el Banco Mundial afirmaba que las minirredes solares tenían el potencial de abastecer de energía limpia a unos 500 millones de personas hasta 2030, presentándose como una de las principales soluciones que existen para reducir la brecha energética, sobre todo en países en desarrollo. ¿Cuál diríais que es la tendencia actual a este respecto? ¿Cuáles son las principales barreras y oportunidades para una mayor difusión de este tipo de soluciones?
La tendencia sigue y está en auge. Desde el Banco Mundial se está apostando mucho por este tipo de soluciones, que ofrecen grandes oportunidades en zonas como África, donde la población está muy dispersa en áreas muy alejadas de red eléctrica central.
Sin duda las minirredes ofrecen versatilidad y mayor fiabilidad de la energía que muchas redes nacionales, que padecen recurrentes cortes de luz. Cuando hay aparatos -como los de un hospital- que son muy sensibles y pueden estropearse, la estabilidad del suministro eléctrico es fundamental.
Los dos mayores obstáculos para que las minirredes se extiendan aún más es el capital que se necesita al principio, que es relevante, y tener personal preparado para mantenerlas a nivel operativo. En el caso de la Alianza Shire, el modelo de gestión que tienen es muy bueno, porque cuentan con una cooperativa energética local a la que hemos involucrado desde el principio y que estamos capacitando específicamente para mantener y operar la minirred, y también con un modelo de sostenibilidad financiera.
Los dos mayores obstáculos para que las minirredes se extiendan aún más son el capital que se necesita al principio, que es relevante, y tener personal preparado para mantenerlas a nivel operativo.