Investigadores de la UPM viajan a Etiopía, identificando acciones

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El pasado mes de octubre, profesores e investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid viajaron al campo de refugiados de Shimelba (Etiopía) para poner en práctica una metodología interdisciplinar, identificando acciones para poner en valor la calidad de vida de las comunidades de los campos de refugiados.

El objetivo de la misión era recoger información clave de contexto para poder desarrollar en el futuro acciones conjuntas y contribuir así a la mejora de las condiciones de vida de la población local.

El equipo estaba formado por Alberto Sanz (CEIGRAM), enfocado en agricultura, cambio climático y agua; Adela Salas y Belén Gesto (ICHaB), especializadas en urbanismo, habitabilidad básica y autoconstrucción con materiales locales; y Andrea ErasInstituto de Energía Solar-, especializada en energía, TICs y educación.

Algunas de las soluciones preliminares que se plantean son huertos comunitarios, mini-grids o la mejora de los hogares a través de la autoconstrucción.

Durante la visita se realizaron reuniones participativas con entidades locales, con ARRA (entidad etíope responsable de gestionar los campos), ACNUR y el Comité de Refugiados, con el fin de comprender la dinámica de los campos y cómo los diferentes actores operan y gestionan los mismos.

Finalmente, como último componente de la metodología, se llevaron a cabo varios talleres participativos con tres grupos focales: población general, jóvenes y mujeres. El objetivo era conoce las necesidades de la población de forma directa, y no a través de estructuras jerarquizadas que, en numerosas ocasiones, conllevan que se pierda una información muy valiosa.

Manuel Pastor, equipo técnico de la Alianza Shire

Así, una de las dinámicas permitió que mujeres y niñas identificasen en un mapa del campo cuáles eran los puntos en los que se sentían más inseguras, en relación con las rutas y tareas que realizan a diario.

El campo de Shimelba está localizado en la región de Shire (al norte de Etiopía), y alberga a más de 6.000 personas refugiadas de Eritrea. La mayoría de ellas son de la etnia kunama, una minoría marginalizada en Eritrea, mayoritariamente situada en zonas remotas rurales cerca de la frontera con Etiopía, y que comenzaron a llegar a Shimelba hace unos 20 años.

Una de las principales conclusiones de la misión fue la oportunidad que supone trabajar con la gran cantidad de recursos ocultos, en muchas ocasiones infrautilizados, junto con una realidad compleja en la que se mezclan infinidad de actores y dinámicas, incluyendo a la población local con la que hay multitud de relaciones.

En palabras de Alberto Sanz, “realidades como las del campo de Shimelba ponen de manifiesto la necesidad de colaborar entre diferentes disciplinas y actores para contribuir a desarrollar las numerosas capacidades que hay en este tipo de situaciones”.

Durante este año, y una vez que finalice el análisis de la información recabada, este equipo seguirá trabajando para mejorar la metodología y hacer de ella una herramienta útil para la comunidad humanitaria.